sábado, 31 de diciembre de 2011

Mejor raros que mal acompañados.

A la altura del corazón hay una nueva cicatriz,
cuando a la altura del perejil están mis sueños e ilusión,
¿dónde están esos "buenos días mundo, hoy seré feliz"?
buscando felicidad, encontrando engaño y decepción,

El sonido del despertador me dice que empieza otro día igual,
dice que me levante sin que quiera, sin tener nada de ganas
de aguantar a la gente, de soportar mi vida, de lo habitual,
pero aguanto un rato y me quedo con mis sueños en la cama.

Entonces me escondo de nuevo entre sábanas y mantas,
me siento protegida en este lugar fuera de cualquier atlas,
temperatura idílica en mi locus amoenos, brisa en la cara,
por fin estoy agusto si pian los arboles de los que estoy rodeada.

Reconozco el sonido del agua que cae por un acantilado,
nada ocurre en mi cabeza, nada pasa por mi mente,
mientras notas de Yann Tiersen suenan en un piano,
me siento libre, y por ello sigo soñando libremente.

Yo me quedo en este mundo, prefiero esta fantasía,
antes que malvivir en este asqueroso día a día.
Ya no hay suave brisa, ahora hay ostias del viento,
y los pájaros que piaban son buitres carroñeros.

Me acabo levantando y voy mal de tiempo,
mientras el viejo grita "no tienes ningún interés en nada",
tiene razón, y ahora maldice el día de mi nacimiento,
agarro la mochila y entre gritos y llantos empieza mi mañana.

Llego a clase y veo esa panda de niñatos y niñatas,
yo me mantengo fiel, no seré una fulana barata,
pero yo paso, me intento centrar y hacer bien el trabajo,
lo hago bien soy feliz, pero me suspende y todo vuelve abajo.

No sirvo para nada, y no hago nada bien,
le pongo entusiasmo, esfuerzo e ilusión,
¿para que tener sueños si todo acaba por caer?
desilusión, desesperanza, otra depresión.

Ya de vuelta en casa y a la hora de comer,
evito mirar a esos dos que solo me quieren joder,
no aparto la mirada del plato y evito la conversación,
han vuelto los gritos y huyo a mi habitación.

Para intentar evadirme me pongo los cascos,
aquella persona que era desahogo ahora es tortura,
no hago mas que machacarme y ya me canso,
tras tantos golpes, se me rompió la armadura.

Estoy añorando mas que nunca mi idílico mundo,
no soy como quiero y por eso me hundo,
necesito distraerme, cojo un papel y hago garabatos,
veo el ego por el suelo, está ahí, junto a mi gato.


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